sábado

Taller #11. Leyendas II

Con mis hermanas, fui a visitar el hogar por la mañana. Llevamos materiales para ilustrar, y el taller de leyendas preparado, pero nos topamos con la sorpresa de que unos estudiantes de la Sta. Paula estaban haciendo TCU y tenían la sala ocupada.
Nos fuimos con doña Marianita y doña Elieth a conversar afuera, y al final fue una mañana productiva, porque nos contaron dos leyendas. Una es la versión de doña Marianita para La Llorona:

Dicen que había una muchacha jovencita que tenía un novio. Él la dejó embarazada. Como el novio era de gente rica, entonces la muchacha no dijo nada y se mejoró a escondidas. Cuando el bebé nació, ella lo tiró al río, y la corriente se lo llevó.
En esto, se le apareció un ángel:
"¿Qué es lo que has hecho?"
"Nada", le respondió ella, porque no sabía que era un ángel.
"Vos no regresarás a tu casa, quedarás castigada por Dios y ahora te quedaréis
(sic) río arriba y río abajo cogiendo a tu bebé".
En la casa la buscaron y no la encontraron, pero con el tiempo la echaron al olvido y no hablaron de ella nunca más.

Una vez mi mamá se fue a lavar al río (ella enjabonaba la ropa y la ponía al sol en una piedra, después la aporreaba y se la llevaba a serenar y al día siguiente la enjuagaba otra vez y la tendía en un alambre), y dejó la ropa en el alambre porque ya era tarde. Al otro día cuando volvió, se encontró la ropa toda revolcada y pensó que había sido el tigre. Entonces, como tenía que lavar más, llamó a mi tío y lo sentó en una piedra alta, a cuidar que no viniera el tigre. Pero el chiquito lo que vio fue una llorona chinga, mechuda y que aullaba como loca. Ella es así porque se volvió loca porque Dios la maldijo y no la deja coger al bebé que el río se está llevando. Y entonces mi tío le avisó a mi mamá y salieron huyendo, porque la Llorona es cosa mala y dicen que si lo agarra a uno lo ahorca.

Ya para estas alturas mis hermanas tienen una cara de miedo que ni para qué. Pero doña Marianita está súper emocionada, porque a ella le encantan los cuentos de sustos y espantos. Y nos cuenta otro:

Dicen que era un muchacho joven que vivía con los papás. El papá era muy callejero, y la pobre mamá se quejaba y se quejaba. Un día le dice el muchacho a la señora "mamá, yo vuir a buscar a ver onde es questá mi tata". "No, dejálo, que si vos también te vas, entonces me da miedo dormirme", le respondió la mamá. Pero el chiquillo decidió que iba a asustar al papá. Se forró con unos cueros y se guindó unas cadenas en el pescuezo y de los brazos.
El muchacho se fue a esperar al papá en la calle y cuando éste venía para la casa, le salió pegando gritos. Pero el papá lo reconoció y lo maldijo: "ahora te vas a quedar así para siempre, mal hijo, porque el hombre es de la calle y la mujer de la casa, y al hombre solo Dios lo cuida". Y el muchacho salió huyendo y quedó convertido en el espanto.
Cuando el papá llegó a la casa, le contó a la esposa lo que había pasado y le dijo "no lo esperés porque no va a volver, yo le eché una maldición". Y le puso "Cadejos" porque el muchacho se llamaba "Alejo". Y desde entonces el Cadejos es el compañero del hombre callejero.
Una vez mi papá... mi papá tocaba guitarra y se iba a dar serenatas... y un día le agarró tarde para devolverse al abra (en ese tiempo la tierra era del que la trabajaba).
Y ese día le salió el Cadejos. Decía mi papá que tiene los ojos redondos y colorados. Y que lo volvió a ver y él ya vio que era el Cadejos. Y este lo siguió casi hasta llegar a la casa... Estas historias son positivas...

Mis hermanas se vuelven a ver con una cara de susto... Y doña Elieth cuenta que sí, que esas historias son "positivas", o sea, verdaderas. Y nos dice que para evitar esos espantos que le salen a uno en el descampado, lo que hay que hacer es andar siempre con uno las "7 hierbas": albahaca, romero, artemisa, ajenjo, ruda, llantén y mirto, que se ponen en alcohol y se frotan por el cuerpo para apartar los agüizotes y los espantos.